En esta entrada reproducimos una nota periodística publicada el pasado sábado 18 de enero del presente año en el diario "La Nueva Provincia" de Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires.
El autor de esta nota es el periodista Adrián Luciani.
Se trata de una evocación al servicio de trenes que circulaba en las temporadas estivales -hasta el año 1975- desde la Estación Bahía Blanca Noroeste hasta la Estación Garro. En la inmediaciones de esta última se encontraba una playita que era muy concurrida cuando subía la marea:
El autor de esta nota es el periodista Adrián Luciani.
Se trata de una evocación al servicio de trenes que circulaba en las temporadas estivales -hasta el año 1975- desde la Estación Bahía Blanca Noroeste hasta la Estación Garro. En la inmediaciones de esta última se encontraba una playita que era muy concurrida cuando subía la marea:
Tras las huellas del Tren de la Marea que llegaba a la "playita" de Galván
Una recorrida por el histórico ramal entre las estaciones Noroeste y Garro permitió constatar que muy poco queda de una época donde miles de bahienses se trasladaban en ferrocarril hasta el mar.
Mapa del recorrido del desparecido "Tren de la Marea"
Fotos: Emmanuel Briane y
Archivo “La Nueva Provincia ”
Adrián Luciani
Apenas
algunos tramos de vías cubiertos por pastizales y un par de andenes sin uso
constituyen los últimos testimonios de lo que fuera el Tren de la Marea.
Poco y nada
queda de aquellos paisajes surburbanos que cada verano poblaban miles de
bahienses ansiosos de mitigar el calor estival en la llamada “playita de
Galván”, a la que "La
Nueva Provincia " hiciera referencia en su edición del sábado pasado.
"Los
bahienses tienen dos sitios para buscar un respiro a los rigores caniculares.
El piletón de agua de mar de Maldonado y el balneario municipal de Puerto
Galván. Galván es un balneario de mar, de aguas abiertas, que solamente puede
ser aprovechado en las horas de marea alta. Por eso las informaciones
meteorológicas bahienses no se prescinde del enunciado del horario de pleamar.
De la coincidencia del mar creciente y temperatura alta, depende que las
familias se movilicen, en tren especialmente, para buscar el disfrute sencillo
y sin pretensiones", mencionaba "La Nueva Provincia ",
el 2 de enero de 1965.
El tren fue
el medio de transporte más empleado para llegar al mar y corrió entre las
estaciones Bahía Blanca Noroeste y Garro, esta última en Ingeniero White, con
varias frecuencias diarias adaptadas al horario de la marea.
También fue
conocido como Tren Obrero al ser empleado para trasladar a la gran masa de
trabajadores que cumplía funciones en el área portuaria de Ingeniero White y
Galván.
"Las
autoridades del Ferrocarril Nacional Roca han informado que se hará correr en
la presente temporada un tren adicional, denominado "bañista", con
destino a la playa de puerto Galván. El servicio, según se anunció, partirá a
las 15, desde la estación Noroeste, exclusivamente en aquellos días en que la
marea se presente en horas de la tarde y en los que el tiempo lo justifique. Se
sugiere a lo pasajeros presentarse con anticipación en las boleterías para
evitar aglomeraciones". "La Nueva Provincia ", 12 de enero de 1969.
Un documento
invalorable de ese período fue difundido tiempo atrás por Alcira Martellini. Se
trata de un boleto mensual de 1967 entre las estaciones Garro y Bahía Blanca
Noroeste.
Hoy, sin los
monumentales talleres ferroviarios, con nula actividad ferroviaria, a 45
años del último Tren de la Marea ,
el paisaje en la estación Bahía Blanca - Noroeste resulta muy diferente del que
supo tener décadas atrás.
La terminal,
con su edificio en buenas condiciones y andenes intactos, probablemente
constituya el elemento más concreto para recrear aquellos viajes.
También las
vías que pasan por debajo del puente Colón y se internan en los barrios San Martín
y Colón, a escasos metros del Inglés, hasta llegar a la parada obligada que
realizaban las viejas formaciones tiradas por locomotoras de vapor y más de 10
vagones, en Donado y Teniente Farías, frente a la Oleaginosa Moreno.
Allí ya no
quedan rastros del antiguo apeadero, apenas los rieles semienterrados que luego
cruzan la avenida Arias, frente al hotel Mesón Sur.
Después solo
vías oxidadas y pastos, sin vestigios de la estación Loma Paraguaya o parada La Nativa (en la refinería de la Esso ), aunque sí del sector
conocido como la
Alcantarilla , donde pese a algunas obras destinadas a mejorar
el escurrimiento del agua de lluvia hacia el mar, aún hoy puede verse el brazo
de un pequeño canal donde la gente se bañaba.
Al llegar al
sector donde estaba el balneario Galván aparece lo que queda de su arboleda,
dentro de la subzona franca, el área logística y el predio de la empresa
cerealera Dreyfus, todos cercados y sin posibilidad de acceso.
Incluso la
cantina y los vestuarios de aquel popular recreo fueron demolidos.
Solo la
estación Garro, ahora en manos de particulares, permanece de pie en calle
Rubado al 3.500, al final del trayecto. Resulta interesante reproducir el
testimonio autorizado del intelectual whitense Conrado De Lucía, quien llegaba
a la playita desde la estación whitense:
"Solamente
podíamos bañarnos en las horas de pleamar, en las que el agua avanzaba
mansamente sobre la arena, hasta permitir bañarse en poco más de medio metro de
profundidad. Recuerdo, en las noches de verano, bajo la luna llena, estar
haciendo la plancha junto a otros bañistas en la serenidad de esas aguas sin
oleaje y en completo silencio, y escuchar y ver a mi lado de tanto en tanto el
salto de los pejerreyes, en sus piruetas que celebraban tal vez sus ritos
nupciales, o simplemente manifestaban una sencilla alegría de vivir semejante a
la nuestra”.
"Entre
la estación Garro y la parada del balneario, el tren se desplazaba sobre un
talud de grandes trozos de granito, que lo elevaba entre dos y tres metros
sobre el nivel de la marea alta. A ambos lados de la única vía crecían los
grandes matorrales de tamariscos (...), que en los atardeceres se poblaban de
grupos semiocultos merendando y tomando mate, y desde donde descendían hasta el
agua haciendo equilibrio sobre las grandes piedras. Mientras estábamos allí, a
cada hora pasaba el tren, yendo o viniendo de la estación Bahía Blanca
Noroeste, de donde también traía oleadas de humildes veraneantes. Era
emocionante, cuando se acercaba la máquina de vapor pitando a más no poder, y
mientras las mamás sujetaban a sus hijos pequeños, ver pasar lentamente a medio
metro de distancia al negro monstruo resoplante, que parecía abrirse paso
dificultosamente entre los tamariscos y el gentío que lo contemplaba a ambos
lados de los rieles".
Sin embargo,
pese a la pérdida de tantos testimonios, queda la imborrable marca que aquella
formación de vagones de madera y su balneario supieron grabar en la memoria
colectiva de varias generaciones.
Con ellos se
ha ido una época que ya no volverá, la de una sociedad de tiempos pausados, con
más igualdad y donde no hacían falta muchas cosas para ser feliz.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario