domingo, 7 de septiembre de 2008

Locomotora a vapor


La poesía que trascribimos más abajo fue escrita por Roberto Maño, músico y poeta residente en Justo Daract, provincia de San Luis. Estos versos fueron dedicados a la locomotora a vapor.

Locomotora a vapor


El hombre siempre ha buscado

la forma de progresar,

y el confort para viajar

lo ha tenido obsesionado,

aunque lo hayamos logrado

en la era del motor,

cometemos un error

si olvidamos la epopeya,

la heroica historia de aquella

LOCOMOTORA A VAPOR.


Esa máquina llevaba

a través de la llanura

el progreso y la cultura

que el país necesitaba.

En sus calderas quemaba

petróleo, leña o carbón,

recorriendo la Nación

fuerte, veloz y confiable;

un ariete formidable

de la civilización.


La Garrat se distinguía

por su silueta alargada

¡Qué técnica de avanzada

que la Capriotti tenía!

¡La potencia de la Mikao!

Pilota de los mandados...

la Tipo 100, Tipo 1,

y la rápida 21

de los horarios clavados.


Vieja máquina que fuiste

pionera de mil hazañas.

desde el mar, de la montaña,

de sur a norte anduviste,

pero después que cumpliste

fielmente con la misión

desde la administración

decidieron jubilarte.

Pero además condenarte

a la desaparición.


Así, un día te llevaron

junto con otras hermanas,

que en tétricas caravanas

de todas partes llegaron,

donde antes te repararon,

quedó sellada tu suerte;

allí esperaste inerte

tu propia exterminación

en la triste procesión

de condenada a muerte.


Preciso y con poco ruido,

un soplete te dio muerte,

tal vez gozaría al verte

llorar metal derretido,

¡Qué dolor habrás sentido

cuando te estaban cortando!

y fueron amontonando

en una montaña humeante,

los restos de aquel gigante

que ya estaba agonizando.


Quien sabe qué calcularon

qué ganarían con eso...

y hasta invocando al progreso

los que así te condenaron.

Ni siquiera vacilaron

en tomar la decisión,

de convertirte en montón

de chatarra a breve plazo;

para arrojarte en pedazos

en alguna fundición.


¿Que pensará al recordar

aquel viejo maquinista?

Que junto con su foguista

tanto te hizo trabajar.

Tal vez llore al comprobar

que aquello se ha perdido,

que así te han agradecido

gobiernos y dirigentes,

que te enviaron finalmente

a la estación del olvido.


Me gustaría volver

a verla llegar un día,

desde alguna lejanía

trayendo otra vez un tren.

Correría hasta el andén

para mirarla pasar.

Volver a experimentar

ese hechizo incomparable,

como un recuerdo imborrable

que vuelve a resucitar.


Como en un sueño tal vez,

fantasía de mi mente

devuélveme fugazmente

aquella ingenua niñez,

quisiera oír otra vez

de su caldera el fragor,

quiero ver su esplendor

cruzando por la llanura,

la legendaria figura

de la LOCOMOTORA A VAPOR.

FUENTE: Revista La Fraternidad, Buenos Aires, Año LXXXVIII, Nº 1305, Ago. - Dic. 2001. Disponible en: http://www.lafraternidad.org/1305.pdf [consulta: 7-9-2008]

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