La poesía que trascribimos más abajo fue escrita por Roberto Maño, músico y poeta residente en Justo Daract, provincia de San Luis. Estos versos fueron dedicados a la locomotora a vapor.
Locomotora a vapor
El hombre siempre ha buscado
la forma de progresar,
y el confort para viajar
lo ha tenido obsesionado,
aunque lo hayamos logrado
en la era del motor,
cometemos un error
si olvidamos la epopeya,
la heroica historia de aquella
LOCOMOTORA A VAPOR.
Esa máquina llevaba
a través de la llanura
el progreso y la cultura
que el país necesitaba.
En sus calderas quemaba
petróleo, leña o carbón,
recorriendo la Nación
fuerte, veloz y confiable;
un ariete formidable
de la civilización.
La Garrat se distinguía
por su silueta alargada
¡Qué técnica de avanzada
que la Capriotti tenía!
¡La potencia de la Mikao!
Pilota de los mandados...
la Tipo 100, Tipo 1,
y la rápida 21
de los horarios clavados.
Vieja máquina que fuiste
pionera de mil hazañas.
desde el mar, de la montaña,
de sur a norte anduviste,
pero después que cumpliste
fielmente con la misión
desde la administración
decidieron jubilarte.
Pero además condenarte
a la desaparición.
Así, un día te llevaron
junto con otras hermanas,
que en tétricas caravanas
de todas partes llegaron,
donde antes te repararon,
quedó sellada tu suerte;
allí esperaste inerte
tu propia exterminación
en la triste procesión
de condenada a muerte.
Preciso y con poco ruido,
un soplete te dio muerte,
tal vez gozaría al verte
llorar metal derretido,
¡Qué dolor habrás sentido
cuando te estaban cortando!
y fueron amontonando
en una montaña humeante,
los restos de aquel gigante
que ya estaba agonizando.
Quien sabe qué calcularon
qué ganarían con eso...
y hasta invocando al progreso
los que así te condenaron.
Ni siquiera vacilaron
en tomar la decisión,
de convertirte en montón
de chatarra a breve plazo;
para arrojarte en pedazos
en alguna fundición.
¿Que pensará al recordar
aquel viejo maquinista?
Que junto con su foguista
tanto te hizo trabajar.
Tal vez llore al comprobar
que aquello se ha perdido,
que así te han agradecido
gobiernos y dirigentes,
que te enviaron finalmente
a la estación del olvido.
Me gustaría volver
a verla llegar un día,
desde alguna lejanía
trayendo otra vez un tren.
Correría hasta el andén
para mirarla pasar.
Volver a experimentar
ese hechizo incomparable,
como un recuerdo imborrable
que vuelve a resucitar.
Como en un sueño tal vez,
fantasía de mi mente
devuélveme fugazmente
aquella ingenua niñez,
quisiera oír otra vez
de su caldera el fragor,
quiero ver su esplendor
cruzando por la llanura,
la legendaria figura
de la LOCOMOTORA A VAPOR.
El hombre siempre ha buscado
la forma de progresar,
y el confort para viajar
lo ha tenido obsesionado,
aunque lo hayamos logrado
en la era del motor,
cometemos un error
si olvidamos la epopeya,
la heroica historia de aquella
LOCOMOTORA A VAPOR.
Esa máquina llevaba
a través de la llanura
el progreso y la cultura
que el país necesitaba.
En sus calderas quemaba
petróleo, leña o carbón,
recorriendo la Nación
fuerte, veloz y confiable;
un ariete formidable
de la civilización.
La Garrat se distinguía
por su silueta alargada
¡Qué técnica de avanzada
que la Capriotti tenía!
¡La potencia de la Mikao!
Pilota de los mandados...
la Tipo 100, Tipo 1,
y la rápida 21
de los horarios clavados.
Vieja máquina que fuiste
pionera de mil hazañas.
desde el mar, de la montaña,
de sur a norte anduviste,
pero después que cumpliste
fielmente con la misión
desde la administración
decidieron jubilarte.
Pero además condenarte
a la desaparición.
Así, un día te llevaron
junto con otras hermanas,
que en tétricas caravanas
de todas partes llegaron,
donde antes te repararon,
quedó sellada tu suerte;
allí esperaste inerte
tu propia exterminación
en la triste procesión
de condenada a muerte.
Preciso y con poco ruido,
un soplete te dio muerte,
tal vez gozaría al verte
llorar metal derretido,
¡Qué dolor habrás sentido
cuando te estaban cortando!
y fueron amontonando
en una montaña humeante,
los restos de aquel gigante
que ya estaba agonizando.
Quien sabe qué calcularon
qué ganarían con eso...
y hasta invocando al progreso
los que así te condenaron.
Ni siquiera vacilaron
en tomar la decisión,
de convertirte en montón
de chatarra a breve plazo;
para arrojarte en pedazos
en alguna fundición.
¿Que pensará al recordar
aquel viejo maquinista?
Que junto con su foguista
tanto te hizo trabajar.
Tal vez llore al comprobar
que aquello se ha perdido,
que así te han agradecido
gobiernos y dirigentes,
que te enviaron finalmente
a la estación del olvido.
Me gustaría volver
a verla llegar un día,
desde alguna lejanía
trayendo otra vez un tren.
Correría hasta el andén
para mirarla pasar.
Volver a experimentar
ese hechizo incomparable,
como un recuerdo imborrable
que vuelve a resucitar.
Como en un sueño tal vez,
fantasía de mi mente
devuélveme fugazmente
aquella ingenua niñez,
quisiera oír otra vez
de su caldera el fragor,
quiero ver su esplendor
cruzando por la llanura,
la legendaria figura
de la LOCOMOTORA A VAPOR.
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